Del uso petreo de la mujer. Por: Adolfo L. Delgado

En un ambiente político en el cual el lenguaje se utiliza para sacralizar a unos y satanizar a otros, hemos caído en un juego de emocionalidades, privándonos de ver la realidad tras los discursos retóricos de quienes se consideran los buenos de la película. Es un ejemplo el manejo que se hace de la supuesta defensa de grupos marginalizados desde los sistemáticos discursos anti-marginalizantes, en el caso específico de la mujer.
La feminista belga Luce Irigaray expresa que “…las mujeres- mercancías están sometidas a un boceto que las divide en utilidad y valor de cambio; en cuerpo-materia y envoltura preciosa pero impenetrable, inaferrable e inapropiable por parte de ellas; en uso privado y uso social” (Irigaray, L. Ese sexo que no es uno. 2009, p.131). Alguien hace de ella un boceto en el cual se contiene todo un “valor” para quien la dibujó, que está condicionado a sus criterios y beneficios. Así, ella, sin darse cuenta, se convierte en propiedad y uso de ese alguien, sea a su nombre o a nombre de la comunidad, explotando su “valor” social.
Adicionalmente, se complementa este uso con la “economía política del signo” que
consiste en “ese estadio en el que la mercancía es inmediatamente producida como signo, como valor/signo, y los signos (cultura) como mercancía.” (Baudrillard, J. Crítica de la economía política del signo. 2005, p.172). Dicho en otras palabras, se toma a la mujer como algo (no alguien) significativo y de provecho para el beneficio de quien dibujó el boceto antes referido.

Para desempeñarse en la vicepresidencia de un país como Colombia es necesario tener capacidades, formación y experiencia, que soporten tanto los planes propuestos por la presidencia como las relaciones internacionales y nacionales que favorezcan los intereses de los colombianos. Es necesario contar con un perfil que propicie llevar a la
vicepresidencia a ser mas que el “objeto de decorado” que ha venido siendo.

Igual que en muchos manejos retóricos y politiqueros contradictorios, el señor Gustavo Petro hace uso ramplón de la Mujer, al elegir a Francia Márquez como su fórmula presidencial. Si bien las características que tiene ella son loables en muchos aspectos, no cumple (aún) con las necesarias para una vicepresidencia. Él la elige como un “valor/ signo” por su condición de mujer-afrodescendiente-marginada; como una mercancía que le genera beneficios privados a su deseo de ser presidente; como una mercancía que le representa posibilidad de incremento de votos a su favor y que mueve las emociones de una sociedad falsamente post-modernista inclinándola a su beneficio. Así, en palabras de la feminista Irigaray y del filósofo anti-sistema Baudrillard, esa elección es la mercantilización como valor/signo de la Mujer para uso privado y social. Porque, además, su presencia y actuación deben estar al servicio de “La campaña”, convirtiéndose en “envoltura preciosa”, que de otra forma no serviría.
Para cierto público es fácil ser seducido por la retórica abstracta y contradictoria de Petro, pero se hace necesario que ese público vea la contradicción y el engaño que existe en el tramo que él recorre entre su discurso y su actuar, haciendo lo que tanto él como sus seguidores critican.

 

Por Adolfo L. Delgado M.

MSc Management

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