Lo que ya no somos

Por: Johanna Rodriguez

 

Durante muchos años a Bogotá se le dio un nombre especial a nivel internacional que la identificaba por su cultura y otros valores que tenía, La Atena Sudamericana, éste por el civismo que genera don de pertenencia, base esencial para un crecimiento cultural.
¿Qué pasó entonces con Bogotá? ¿Tiene que ver con ello sus alcaldes? Su grado cultural dejó de ser noticia, ahora los titulares han cambiado, encabezados como; la Av Caracas una de las más peligrosas, descubra cuales son los diez semáforos más peligrosos de Bogotá.
Las plazoletas de la capital dejaron de ser el epicentro de las tertulias ahora se han convertido en vertedero de una cultura cantinesca, la desconfianza del ciudadano de a pie lo lleva a caminar con ligereza sin siquiera observar a la gran capital con otros ojos, las familias se volvieron más disfuncionales, cada quien camina su mundo. Lo que un día fue hoy ya no se vislumbra, cuando me contaron de como en épocas remotas la capital llevó este nombre no lo podía creer. Llegue a pensar que me hablaban de otro país. Legalizar la dosis mínima y sacar a la “gente normal” de los parques se volvió más importante que enseñar el civismo. Y es que eso ya es de anticuados, es mejor ser más libre, o diría yo con más “libertino desbordado y mal llevado” porque eso sí, perdimos hasta la capacidad de comunicarnos revolviendo la terminología para no herir a una generación de cristal.
Vivimos tan rápido que no le damos tiempo a las nuevas generaciones de botar la basura en una caneca si no que va para el piso, “démosle trabajo al que barre” dicen muchos buenos ciudadanos allegados de todos lados donde no les enseñaron valores tan primitivos y esenciales para una sana convivencia.  Pocos sectores conservan algo de cuidado, pero La Atena Sudamericana quebró sus valores. Ahora nos volvimos más alejados el uno del otro, tratando a la capital con la misma indiferencia con que nos tratamos a nosotros mismos. Diciendo “esto no es mío” que duras son esas palabras, yo siempre he estimado a mi Colombia como mi tierra amada así nadie me conozca, cuando entendamos que nuestra capital es de todos quizás logremos verla diferente, con un gran sentido de partencia.

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