Las danieladas del alcalde de Medellín

Daniel Quintero afirma sin ningún rubor que el expresidente Alvaro Uribe Vélez fue destituido de la alcaldía de Medellín cuando ejerció su mismo cargo hace casi 40 años. Sin el más mínimo rigor con la verdad el alcalde de Medellín recurre una especie que han echado a andar los enemigos de Uribe para perpetuar la guerra sucia que le ha declarado al expresidente, aupado por la izquierda y la oposición al gobierno del presidente Iván Duque. Sin siquiera buscar la verdad de los hechos el alcalde Quintero repite irresponsablemente una invención de periodistas mamertos como Daniel Coronell Castañeda y María Jimena Dussan, que como cosa curiosa son dos columnistas que los une una particularidad, reniegan de sus apellidos y los modificaron en notaría por pretensiones arribistas.

Alvaro Uribe no fue destituido de la Alcaldía de Medellín, como lo desmiente el propio exgobernador de esa época, Alvaro Villegas Moreno en su libro biográfico para desfacer el entuerto que han montado alrededor de este tema los periodistas enemigos de Uribe. Precisamente el libro le sirve a la propia María Jimena Duzán para concluir exactamente la versión contraria, que si fue destituido y que fue por las consejas del industrial Fabio Echeverry Correa al entonces presidente Belisario Betancur, quien lo había nombrado. Según la mentira creada por la capulezca periodista quien lo había nombrado había sido el gobernador Villegas, cosa que no pudo ser porque el facultado para esto era el presidente. Ella sostiene que lo nombró Villegas y lo destituyó por orden de Belisario.

Y según este invento fue por intrigas de Fabio Echeverry Correa, quien le habría advertido al presidente Betancur sobre sus supuestas andanzas con el clan Ochoa. Versión que no se puede soportar ya que el legendario presidente de la ANDI, Fabio Echeverry Correa, murió con las botas puestas como el uribista más furibundo que haya existido en Colombia, a tal punto que su hijo Luis Guillermo Echeverry es hoy uno de los principales activistas y aguerridos uribistas y se proclama como uno de sus espadachines para evitar que el comunismo se tome el poder en Colombia.

La verdad monda y lironda, como dicen los costeños, es que Uribe renunció precisamente por presiones de los poderosos políticos antioqueños que por entonces ya eran aliados del jefe del Cartel de Medellín, Pablo Escobar, quien se alistaba para ingresar al Congreso como suplente de Jairo Ortega, quien había salido elegido el mismo día que Belisario presidente. Uribe era disidente del liberalismo antioqueño en ese momento totalmente manejado por el gran cacique liberal antioqueño, Bernardo Guerra Serna, quien prácticamente hacía la política desde la propia Hacienda Nápoles de Pablo Escobar.

Lo cierto es que el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, decidió ser émulo de Daniel Coronell Castañeda, quien no pierde ocasión para inventar o reinventar responsabilidades del expresidente Uribe así les toque recurrir a falsedades como a darle validez a los testigos falsos al estilo de Coronell, al otorgarle credibilidad sin beneficio de inventario a los falsos testimonios que ha promovido el senador comunista Iván Cepeda para intentar destruir a Uribe por ser el principal dique contra el Socialismo del Siglo XXI que quiere llevar al exguerrilero del M 19, Gustavo Petro a la presidencia. Quintero se ubica ya descaradamente en esa órbita comunista y ha comenzado a dar duros golpes al capitalismo antioqueño como lo ha venido haciendo con las Empresa Públicas de Medellín, ya que según él estas siempre han estado al servicio del sindicato antioqueño o del GEA.

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