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Por: María Fernanda Pacheco
Los cambios que se le vienen a Perú con la llegada del presidente Pedro Castillo no son fáciles en materia social y económica. Como primer aspecto, está clara la gran incertidumbre que causan las decisiones en cuanto al gabinete ministerial del nuevo gobierno, donde la ideología de izquierda radical de la mayoría de sus ministros genera una clara inestabilidad para el mercado peruano y el sector empresarial. Después de tan solo tres días de su primer discurso como presidente, la moneda peruana tuvo su mayor caída en 7 años, generando posiblemente el aumento de la inflación en el país y la afectación del poder adquisitivo de las familias peruanas más pobres. Asimismo, la subida del dólar puede aumentar de precio los diferentes productos básicos de la canasta familiar y afecta radicalmente el interés del mercado internacional en el Perú, generando problemáticas graves en las dinámicas de exportación que se venían desarrollando hasta la fecha.
De esta forma, son innegables los muchos esfuerzos que deberá realizar el gobierno de Castillo para lograr mantener la confianza inversionista, considerando que los gobiernos de izquierda, con discursos altamente populistas, producen temor dentro del sector empresarial. La gran intervención y burocracia por parte de los Estados no brinda verdaderas garantías a la libertad, a la formación y al desarrollo de las micro, medianas y grandes empresas, donde su papel en las diferentes dinámicas administrativas es fuertemente limitado.
Igualmente, la incertidumbre causada por el cambio de constitución y por temas como la expropiación, los cuales se han planteado constantemente a lo largo del proceso electoral y que han politizado en un alto grado al pueblo peruano, son otras de las principales causas que generan un contexto de desconfianza e incredibilidad hacia el nuevo gobierno. De esta forma y sumando la fragmentación existente en el Congreso del Perú, las divisiones internas en el partido de gobierno y la coyuntura y social que vive el país a causa de la pandemia, donde un 30% de la población vive en la pobreza y un 70% de quienes trabajan lo hacen en la economía informal. Hacen que el panorama para el país latinoamericano no sea fácil, donde es crucial una regulación y moderación por parte del nuevo gobierno, para no afectar de forma drástica las dinámicas y los progresos que se han dado en materia económica y en sus relaciones internacionales.