Opinión | La mezquindad de las vacas sagradas

Un grupo de líderes culturales encabezados por Patricia Ariza, motivados por razones ideológicas o quizá haciendo mandados de sus amos castrochavistas en Caracas o La Habana, mienten descaradamente a la opinión pública sobre el Programa Nacional de Salas Concertadas alegando la disminución de recursos, cuando la realidad es un aumento de más del 80%.

Instan a sus colegas a no participar de la convocatoria, sin embargo, fueron los primeros en presentarse para aprovechar no solo el aumento de recursos, sino la simplificación del proceso y las facilidades introducidas por el Ministerio en su afán por hacer de este programa una mejor solución a las necesidades de los teatros. ¿Será que más bien buscan desestimular la competencia? Tal vez creerán que si las inscripciones son bajas y sobran recursos entonces les tocará una tajada más grande.

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Estas son las mezquindades propias de los malos liderazgos, aquellos que creen que la cultura les pertenece, que los recursos públicos son un derecho que tienen escriturado y sobre el cual no se admite competencia alguna, sobretodo de parte de los nuevos espacios, o tal vez sea la soberbia de no querer aceptar como iguales a los cirqueros (a quienes por primera vez el Ministerio está atendiendo con estímulos propios). Eso también puede ser, la altanería de quien se cree superior, desconociendo a los humildes. Todo lo del pobre es robado dicen.

En buena hora el Ministerio tiene un liderazgo incluyente, que no se deja amedrentar por las noticias falsas, las cadenas de rumores y la desinformación cargada de odio que destilan los resentimientos de una izquierda retrógrada, que lamentablemente ha capturado algunos sectores que bien harían sacudiéndose ese manto apestoso y dedicarse mejor a hacer arte, arte del de verdad, del que inspira reflexión y esperanza, y dejar de buscar protagonismos dañinos para el país, para la cultura y para el teatro.

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