¿Se enfrenta EPM a ser el nuevo fortín político del alcalde, Daniel Quintero?
Empresas Públicas de Medellín (EPM) se ha consolidado como la segunda empresa más importante de Colombia, solo después de Ecopetrol ya que representa para el país, activos de más de 55 billones de pesos siendo la encargada de distribuir el 33% de energía en todo el territorio nacional.
Su crecimiento ha sido exponencial, al igual que su reconocimiento y valorización en los últimos 20 años. EPM le representa al municipio de Medellín, una fuente de ingreso cercana a los 1.5 billones de pesos, cifra que hubiera podido duplicarse si entraba en funcionamiento el megaproyecto conocido como Hidroituango.
Sin embargo, el incidente ocurrido en el año 2019, en la que sería la hidroeléctrica más grande del país, significó para Daniel Quintero la oportunidad de catapultar su aspiración política, pues sentó su posición crítica sistemática respecto al “mal manejo” que las directivas de la empresa hicieron frente a la crisis que atravesaba el proyecto en ese momento.
Actualmente, el alcalde de Medellín se encuentra en el ojo del huracán por cuenta de la decisión del mandatario local de presentar una demanda a los socios constructores de la hidroeléctrica Hidroituango por un valor de 9,9 billones de pesos, lo que resultó en la renuncia en pleno de la junta directiva de esa corporación pues los miembros no respaldaban esa acción jurídica. La determinación de Quintero ocasionó un malestar generalizado puesto que ignoró y desconoció tajantemente la posición de las directivas de la compañía, quienes nunca estuvieron de acuerdo en emprender acciones legales contra los contratistas. ¿Qué tipo de líder puede ser quien desconoce las posturas de sus pares?
Sumado a lo anterior, es de público conocimiento que el nuevo comité de la junta directiva de la empresa generadora de energía en el país, será escogido “a dedo” por el mismo Daniel Quintero, comité del que ya él mismo hace parte. Surgen suspicacias acerca del método de escogencia de los diferentes miembros corporativos, haciendo mella en la innegable y absoluta afinidad política de izquierda que presenta el servidor público. ¿Es entonces Empresas Públicas de Medellín, el florero de Llorente entre el mandatario y los adeptos del buen funcionamiento que se le ha dado a la compañía a través de alianzas público-privadas?
Finalmente, se le suma a lo anterior, la posición que puedan tomar las aseguradoras del megaproyecto, puesto que al aceptar que se había tratado de un accidente, de caso fortuito, éstas se habían encargado de asumir los costos de los daños, del lucro cesante y el daño emergente. Tales pagos podrían verse congelados, lo que representaría un golpe contundente a las finanzas de EPM, peso que recaería indefectiblemente en los hombros del novato burgomaestre.