Opinión: Para entender la alerta roja declarada en Nariño miremos la otra cara de Camilo Romero
Ahora que escuchamos voces que postulan a Camilo Romero como presidenciable viene a la mente el famoso dicho que señala que para ser presidente se requiere ser un pésimo mandatario, porque aunque a nivel nacional tenga buena imagen en Nariño no lo quieren ni ver.
Pero vamos al punto, el problema de la salud en Nariño es de vieja data, todos los políticos que han pasado por la gobernación han utilizado este problema como bandera de campaña pero a la hora de hacer…han hecho más bien poco, o mucho daño. Que el Gobernador Rojas que lleva seis meses en el cargo tenga que decretar alerta roja hospitalaria porque no tiene infraestructura no es su culpa, él acaba de llegar. Es culpa de políticos como Parmenio Cuéllar, Antonio Navarro Wolff, y por supuesto, Camilo Romero.
Lo que hoy vive Nariño es producto de las graves deficiencias e inexperiencia en el manejo de la planeación departamental, que han impedido aprovechar los recursos de regalías, la paquidermia para solucionar problemas en el sector salud, verbigracia, nombramiento de gerente en propiedad del Hospital Departamental Universitario, otrora reconocido como uno de los más eficientes de Latinoamérica; la pésima intervención del Hospital San Andrés de Tumaco que hoy, en 2020, aún no ha traído soluciones de fondo a la ESE más importante de la Costa Pacífica Nariñense y tiene sumido a la Perla del Pacífico en una crisis sin precendentes.
Para ser elegido gobernador, Romero se transformó en el ajuntador de toda la vieja dirigencia, que por cuatro períodos había sido desplazada del poder gubernamental. Repartió la burocracia con la mayoría de ellos, menos con un senador liberal y un representante a la Cámara perteneciente al partido de la U, que no participaron de la coalición. En ese momento, el joven Camilo Romero, impulsor de un referendo para revocar a los congresistas, se olvidó de su gran proyecto innovador para aliarse con quienes pretendía realizarles la eutanasia política.
Hoy se comprueba que lo que a Romero le importa son los réditos electorales. Estos pueden ser cuantificables en poder electoral y muy posiblemente en onerosas cantidades de dinero, constante y sonante. Por eso mismo adula a la cacica Paredes, quien por años ha manejado la empresa CEDENAR a su antojo, cometiendo toda clase de arbitrariedades contra los usuarios, porque esa empresa es la reina de corona, la financiación sale a ahí, los votos se amarran ahí, incluso los votos de Romero.
Esto es vox populi, pero las autoridades de control se hacen los de la vista gorda, ¿qué pasa en Tumaco?¿Qué pasa en Nariño?