El chicharrón heredado de Santos
Si hay un problema que la administración de Iván Duque sí le puede achacar al gobierno anterior es el de Uber, pues a mediados de 2015 Juan Manuel Santos le encomendó la misión de reglamentar esa y las demás plataformas digitales a su vicepresidente, Germán Vargas Lleras, quien supuestamente se caracterizaba por ser un ejecutor impecable y un administrador sin igual.
Vargas Lleras era también el gestor de la construcción de miles de kilómetros de carreteras. Y, aunque estas obras estaban destinadas a “superar el rezago del país en materia de infraestructura”, era innegable que en el trasfondo se alcanzaban a dilucidar las intenciones de pavimentar su ruta a la Casa de Nariño, propósito que colapsó estrepitosamente en la primera vuelta en 2018, al igual que el puente de Chirajara o el de Ciénaga.
Pero volvamos a Uber. Tras la orden “perentoria” que recibió de regular las plataformas digitales para el servicio de transporte público, Vargas Lleras nos hizo saber que quería contribuir a que la regulación se llevara a cabo “prontamente” peroal final Vargas Lleras se hizo el loco y la cosa se quedó así…
No obstante, con la llegada de Iván Duque, se han hecho avances en la materia y hoy operan legalmente 24 plataformas. Además, es necesario legalizar plenamente la operación de Uber, pues así se podría supervisar la calidad de su servicio –que cada vez es más deficiente– y erradicar los abusos de esta plataforma con las tarifas dinámicas.
Regularizarlo no será una tarea fácil, y no son pocas las preocupaciones que suscita el posible brote de una ‘fiebre amarilla’. De hecho, Hugo Ospina, el mandamás de los taxistas, ya está amenazando con bloquear las calles de Bogotá en caso de que se legalice el servicio de Uber X. “Si esto se aprueba, llegaremos a la capital de la república los 480 mil taxis y los tiraremos en toda la capital de la república”, advirtió en Twitter. Falta ver si esta vez se volverá a salir con la suya.
Sin embargo, aunque el de Uber sea un chicharrón heredado, Duque tiene la intención de desarrollar un transformación digital en Colombia que nos ponga a la vanguardia de los países de la región, porque ya es hora de mirar por el vidrio panorámico y no por el espejo retrovisor. Sobre todo si es el retrovisor de un taxi.