Cacerolazo por una reparación real para las víctimas de las FARC

Mientras casi todos los exdirigentes de las Farc se están ganando un buen sueldo –unos como congresistas y otros como miembros de un partido que, en todo caso, es financiado con dineros de todos los colombianos–, las víctimas siguen esperando que las reparen y la plata no llega.

Está bien que los líderes de las Farc estén teniendo garantías para actuar en democracia y en legalidad, pero no podemos conformarnos con darles las gracias por quedarse en la civilidad, sin pedirles mucho más. Es lo mínimo que podían hacer a cambio de un acuerdo generoso y amplio que, aunque digan lo contrario, se está respetando en su esencia.

El hecho es que, como sociedad, les estamos fallando a todos los que perdieron a un ser querido por culpa de la guerra, o fueron despojados y desplazados, secuestrados o extorsionados. No estamos presionando suficientemente a los exmiembros de las Farc para que cumplan la obligación que tienen de reparar integralmente a sus víctimas, y quienes ostentan un poder coercitivo real, como en el caso de la JEP, están más preocupados por juzgar velozmente a los agentes del Estado que por producir las primeras condenas para los victimarios de las Farc. Sería bueno saber si en sus múltiples audiencias, los honorables magistrados de esa jurisdicción han conminado a los líderes del secretariado para que aceleren la entrega de bienes. ¿Alguno de los comparecientes ha reconocido ya un grado de responsabilidad frente al delito del secuestro o simplemente han acudido allí para hacer un recuento de su infancia y juventud y hablar de las gallinas que les robaron cuando vivían en el campo?

Hoy sabemos que de los más de 900.000 millones de pesos que habían jurado dar para reparar a las víctimas solo ha sido posible monetizar 3.500 millones de pesos.

De acuerdo con el consejero para la Estabilización, Emilio Archila, las Farc valoran en más de 400.000 millones, jornadas de ortodoncia o limpieza de calles, lo cual es una burla abierta para quienes padecieron los rigores del conflicto.

Los miembros del partido Farc se quejan de que la Sociedad de Activos Especiales (SAE) no ha querido recibirles los bienes que tienen para entregar. No obstante, la SAE se ha reunido más de 156 veces con los encargados de reportar los bienes y siempre salen con un chorro de babas. Han recibido 8 inmuebles, de los cuales 7 corresponden a baldíos, y en las más de 95 comisiones conjuntas que se han llevado a cabo se reportan caletas que luego no aparecen, como una supuestamente con oro en el sur de Bolívar y otra en La Macarena, Meta. Frente a la primera reportada por las Farc, definitivamente nunca dieron una ubicación exacta y frente a la segunda se han hecho 4 intentos de extracción sin éxito, porque el oro de La Macarena jamás apareció.

Ahora Pastor Alape se queja de que en un decreto el Gobierno haya establecido seis meses más para que concluya la entrega de bienes, como si no hubieran bastado los anteriores aplazamientos o como si hicieran falta unos años más para cumplir con lo prometido.

Las víctimas reclaman lo mínimo: que, a cambio de un tratamiento jurídico benevolente y otras tantas gabelas que los exguerrilleros recibieron, llegue la plata para reparar en algo todo el daño que hicieron. Si la JEP va a hacer más bien poquito para presionar a los de la Farc para que cumplan con ese deber, nos corresponde a los colombianos levantar nuestra voz para exigirles que reparen a sus víctimas, y lamentablemente no sense oye todavía la primera cacerola para exigirle a la Farc que se ponga al día con los millones de colombianos que sufrieron el horror de su guerra.

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