Con el vaso medio lleno
Por: Isaac García.
Para una metáfora otra metáfora. Describir la situación actual que atraviesa el presidente como un laberinto conlleva una carga de calificación negativa y de incertidumbre ante los hechos que enfrenta la Casa de Nariño con un congreso que pareciera estar pidiendo a gritos representación política y participación burocrática en el gobierno y unos manifestantes que expresan insatisfacción ante el rumbo que reacio a las oportunidades de corrupción, dirige el primer mandatario. Y es que mientras un laberinto recrea un escenario de pocas salidas y muchos tropiezos, de decisiones cruciales y de tomar muchos caminos, Duque ha sido contundente en buscar salidas a lo que para muchos son impasses, en ofrecer soluciones, en abrir espacios de encuentro y diálogo y en poder establecer una relación con las instituciones políticas sin mermelada y solo a cambio del bien y la estabilidad del país. Duque no está perdido en un laberinto, está abierto a encontrar salidas.
Las acusaciones que en las calles lanzan contra el gobernante de los colombianos, resultan en muchos casos irracionales y poco atinentes de la realidad del acontecer político nacional y más aun de las reglas de juego de la economía trasnacional y la política internacional. El movimiento feminista lo acusa de violador, los estudiantes de paraco, los trabajadores de ser una marioneta de la derecha, los ambientalistas de servirle a los intereses explotadores, los defensores de los acuerdos de paz de querer malbaratarla y los inconformes con la corrupción de ponerle frenos y no hacer mucho.
Sin cargar culpa, Duque ha tenido que lidiar con las consecuencias de gobiernos despilfarradores y con las condiciones de juego de un sistema de sociedad neoliberal tildado de todo menos de ofrecerle desarrollo a los más pobres. El presidente aparece como el depositario del descontento sin haberlo provocado. Le ha tocado cargar con algo que lo excede y que conscientemente para nada planeó.
Más que situarse en un laberinto en el que él mismo se ha perdido, todo indica que Duque mira hacia lo alto y propone soluciones para despejar el horizonte, más que bloqueos, encuentra salidas. Que haya logrado por el bien del país sumar apoyos en el Parlamento de las bancadas de Cambio Radical y el liberalismo para que la Comisión encargada de los asuntos de hacienda y política monetaria votara positivamente la reforma tributaria es un despejar el sendero enredado, que haya provocado los espacios de encuentro para limar las asperezas del descontento de múltiples actores con mesas generales y sectoriales y un diálogo amplio es signo de su interés por destrabar lo que sin culpa le han querido endilgar e imponer, que acuda a encuentros con las ciudadanías y las organizaciones de la sociedad civil periódicamente es muestra de su intención de escucha y cercanía con los problemas cotidianos de los colombianos, que promueva espacios para conmemorar los derechos humanos y honrar a sus defensores es un trasluz de su vena social.
No hay porque ver la situación por la que atraviesa el Gobierno como un vaso medio vacío y entonces nombrarla como un laberinto. Si en cambio por el bien del país se es optimista y se ve el vaso medio lleno estaremos en presencia de un Duque que abre salidas y despeja caminos.