Habitar la ciudad en Paro.

Por: Isaac García.

¿Cómo <<estamos en>> la ciudad tras el paro? Las manifestaciones ciudadanas de descontento político que utilizan como recurso la llamada a Paro para movilizarse han puesto en práctica un modo político de habitar la ciudad: acaparando las vías de tránsito, ralentizando los medios públicos de transporte, cerrando avenidas, irrigando pequeñas brizas de violencia generadoras de miedo, poniendo en jaque los pequeños comercios locales

Brotes de violencia y tragedia se entremezclan con creaciones y producciones artísticas de protesta, la alegría de los caminantes choca con la pesadumbre de quienes encuentran taponadas las arterias del transporte público, el fluir libre de quienes exigen el cumplimiento de los derechos raya con los represamientos urbanos en los que cientos de ciudadanos conductores ven atiborradas las avenidas del tránsito vehicular. Mientras que la Rama judicial para el funcionamiento de las instituciones jurídicas muchos ciudadanos ven retrasadas sus diligencias y anhelos de justicia. Mientras los profesores cesan la labor docente miles de estudiantes ven paradas sus prácticas educativas y las madres cabezas de familia con hijos menores se las tienen que arreglar para cuidar sus calendarios laborales y atender a sus hijos.

Los Paros pese a que en primera instancia están planeados para afectar y paralizar la actividad productiva, generan consecuencias como efectos políticos en los demás ámbitos de actividad humana y en la vida cotidiana: los comerciantes de San Victorino alzaban su voz por las pérdidas millonarias que generan las movilizaciones. El <<estar en>> cadena humana vestidos de Papá Noel expresaba una forma de resistir ante las consecuencias no queridas del Paro, en los primeros días de la temporada decembrina hay pérdidas millonarias. Una periodista que cubría las manifestaciones en Suba fue agredida por algunos personajes que pretendían trancar la Avenida Suba. Cientos de juzgados y oficinas públicas cerraron sus puertas, colegios y universidades hicieron lo propio. Arterias viales como la Autopista Sur, muchas de las estaciones de Transmilenio de la Troncal Norte cerradas por varias horas.

Los bogotanos habitan una ciudad parada: es el habitar político de la ciudad del Paro tras las manifestaciones de protesta marchante, la suspensión de derechos y servicios públicos, el sentimiento de miedo ante las amenazas contra el derecho a informar de una periodista radial, una ciudad en la que se está en sensación de impotencia.

Los ciudadanos que no participan del Paro están en una ciudad parados en los estaciones de Transmilenio, caminando grandes distancias porque los buses de transporte público encuentran las vías bloqueadas. Se trata de un estar en aguante ante las exigencias de los manifestantes. Intenciones y emociones divergentes raspan los anhelos de orden y una vida mejor. Mientras los manifestantes se tornan presos de un entusiasmo promotor de cambio y los que no paran se encuentran ante el sentimiento de miedo por la violencia, algunos habitan la ciudad del enfado, impotentes a causa del paro de sus derechos y servicios públicos.

El Paro hace a muchos bogotanos habitar una ciudad hostíl, no ya la ciudad de las danzas, el arte, la alegría y la música como medios de protesta, la ciudad de los pies cansados, de los embotellamientos pesados, de los sin servicios y de los atropellos.

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