Las violencias ante el Paro: 4D.

Por: Isaac García.

Mientras algunos sectores de la sociedad civil acuden a la protesta ciudadana a pedir garantías para el cumplimiento de los acuerdos del Proceso de Paz con las FARC, la tragedia presentada en Medellín con la muerte de un estudiante de la Universidad de Antioquia pone de manifiesto el uso de la violencia por algunos de los educandos del país en los centros intelectuales y académicos de primer orden nacional.

No se logra terminar de entender cómo mientras se repudian los actos violentos del pretendido conflicto armado y se alaba la solución política para la paz, en los centros pensantes del país terminan colándosele a las protestas, civiles en posesión de explosivos. Lo contradictorio es que mientras muchos de los miembros de los claustros –docentes y estudiantes- promueven las soluciones pacíficas a los desacuerdos políticos, algunos otros utilizan ‹‹las casas del entendimiento›› para continuar practicando la violencia y parándole los derechos a habitar la ciudad en paz de muchos conciudadanos que sufren las consecuencias negativas del Paro.

Los medios sociales de comunicación son los instrumentos que, en los días del Paro, circula la violencia simbólica afectando la vida íntima del primero de los personajes públicos. Lo que le ha sucedido al presidente Duque con un desafortunado hashtag  denominada #LaMozaDeDuque no sólo violenta la vida íntima y familiar de Duque, el buen nombre de su compromiso monogámico, la estabilidad emocional de sus hijos, a la relación con su esposa y a su esposa misma. También afecta directamente a la mujer como referente general y al gabinete femenino del Gobierno y de Presidencia.

Es una falta gravísima, en medio de las vindicaciones de las luchas femeninas y subalternas que toman lugar en las protestas, que se siga utilizando el nombre de las mujeres en pleno espíritu machista para intentar asestarle políticamente a Duque. Porque cuando se narra #LaMozadeDuque lo que se narra es que hay un uno con poder que tienen una non sancta mujer. Y si bien con mentiras puede rozársele la vida íntima al primer mandatario lo que termina por reforzarse es un imaginario en el que los hombres tienen moza. Que quede claro que me estoy refiriendo a la carga de valor de la palabra moza para con las libertades sexuales de las mujeres contemporáneas. Este es violencia simbólica para el más alto reproche.

Esto es violentar con rumores no ciertos a una mujer en específico: la esposa del presidente Duque, Primera Dama de la Nación. Esto es violentar con palabras la dignidad e integridad de millones de mujeres que tienen la libertad de experimentar su vida sexual a bien convenga.

Estas manifestaciones de violencia simbólica con pretensiones políticas dejan ver las estrategias más sucias de la política espectacular. Dejan ver como detrás de argumentos que en muchos casos son infundados y acompañados de razones no del todo ciertas, hay también un arsenal comunicacional que intenta ejercer presión violenta con las palabras para intervenir los capitales políticos del gobierno y los sujetos de la protesta.

No resulta para nada beneficioso que ante la invitación del gobierno para que haya un diálogo directo entre los actores y Presidencia  y a conformar una Gran Conversación Nacional, la negociación pueda partir de mentiras, falacias, argumentos sucios y unas no sinceras voluntades de  diálogo. Es hora de que Colombia se siente a conversar y lo haga de cara a razones certeras, operables, racionalmente motivadas a buscar la comprensión, la inclusión, el entendimiento.

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