La conversación plural
Por: Benedicto Truman
El presidente Duque calificó de plural y participativa la Gran Conversación Nacional, planteada como un escenario de salida a las expresiones de descontento político que inundan las calles de las principales ciudades del país en manifestaciones que en algunos casos han terminado en episodios violentos que desembocaron en tragedias como la muerte del joven Dylan Cruz y centenares de miembros de la Fuerza Pública heridos.
El primer mandatario, con oídos abiertos a las demandas sociales, reconoció que hay múltiples maneras de expresar las inconformidades. Todo apunta a que ese es el quid del anunció que Duque manifestó el domingo primero de diciembre. Los protestantes están llamados a pronunciarse de forma creativa para hacerse escuchar de maneras que no pesen en detrimento de los intereses nacionales, del desarrollo, del crecimiento económico y a costa de la integridad de las vidas humanas.
Centenares de jóvenes han mostrado de forma creativa sus reparos al gobierno nacional y exigen recursos para la educación, el cese de la violencia, las demandas medioambientales, las pretensiones de loa colectivos minoritarios, los acuerdos de paz y mejores condiciones económicas. Hay lugar a una conversación plural donde quepan todos y el gobierno así lo ha hecho saber asegurando que la Gran conversación Nacional es el escenario para que todas las “propuestas sean escuchadas constructivamente sin imposiciones, sin exigencias, sin ultimátums, sino que todos seamos capaces de escuchar y ponernos en los zapatos del otro. Por eso, la Conversación Nacional es plural, es participativa, será en los territorios y está ejerciéndose para que la voz de loa ciudadanos sea la que nos inspire”.
Ponerse en los zapatos del otro, reconocer la pluralidad de actores y llamar a un diálogo constructivo habla de la actitud democráticamente aperturista hacia las diferencias ciudadanas, del sentir como propio cada uno de los intereses de todos los sujetos nacionales y del llamado a la búsqueda de una salida conversada y conjunta en la que todos y cada uno participen y produzca el mayor bien para todos. Reconociendo esta disposición de la cabeza del gobierno a escuchar las demandas plurales y asistiendo a las formas creativas con que los ciudadanos en las protestas han manifestado expresarse, no hay necesidad de seguir incoando en la destrucción de la economía nacional, con un paro que arroja pérdidas de un billón de pesos.
Puede resultar un poco idealista esperar cambios, digamos como mejores condiciones para la educación, desactivando el motor productivo que es el que genera la riqueza para una mayor inversión en este ámbito. Las palabras de Alejandro Palacio, integrante del Comité Nacional del Paro anunciado que éste seguirá hasta que el gobierno acepte una mesa de negociación que no sectorialice las demandas, resultan poco comprensivas de las condiciones económicas necesarias para salirle al frente a las exigencias.
Los estudiantes y movilizados han demostrado tener maneras artísticas de manifestarse, el presidente Duque convoca a una Gran Conversación Nacional para escucharlos a todos y en la que todos participen. El gobierno tiene los oídos abiertos y los estudiantes las maneras más creativas para penetrar lo más profundo de las conciencias ciudadanas y gubernamentales. No hay razón entre todos los interlocutores a esperar un fracaso si las cosas se llevan como se están planteando hacerlo. Lo que no tiene justificación es que paremos el desarrollo del país por pensar que no nos estamos escuchando.