Gobernando.

Por: Benedicto Truman.

El presidente Duque ha dado muestras de ser un demócrata. Va incluso más allá de los instrumentos políticos de la democracia representativa, ─a diferencia de su predecesor tan exaltado  por algunos a causa del malogrado acuerdo de paz pero tan poco respetuoso de la opinión popular que en el plebiscito se manifestó en contra del curso que tomó la negociación─ y decidió darle la cara a las protestas proponiendo una mesa de diálogo y concertación nacional en la que se exploran alternativas para una solución negociada al descontento. Respetuoso de los mecanismos populares de manifestación de ciudadana como la protesta pacífica, está abierto y es todo oídos a las demandas de los actores de la sociedad civil que vienen expresando sus pretensiones desde el pasado 21 de noviembre.

Al mejor estilo de las decisiones políticas que se tomaban en la antigüedad donde todos participaban del destino de las ciudades estado en torno al ágora, el talante dialogal de su espíritu demócrata le ha valido enconados ataques de sus copartidarios que no soportan que Colombia tenga un jefe de estado capaz de sensibilizarse de las angustias civiles y que para gobernar haga gala de una disposición abierta de escucha: cualidades indispensables del gobierno contemporáneo que se enfrenta una pluralidad de actores nacionales. La animadversión que cargan la Cabal, su marido o incluso Londoño, no hablan tanto como dicen ellos del desgobierno de Uribe sino de la actitud de éstos hacia la democracia y la forma de gobernar.

En medio de las manifestaciones el presidente Duque ha convocado a una conversación nacional en torno a tres ejes temáticos: el falazmente llamado paquetazo o mejor entorno a las políticas de contención económica, los acuerdos de paz y su implementación, y las preocupaciones que atraviesan la gestión la mano del hombre sobre el medio ambiente natural. Ha convocado a un sinnúmero de actores políticos y movimientos sociales a formar parte de la conversación nacional: ambientalistas, gremios de la producción, sindicatos, estudiantes, magisterio, defensores de los acuerdos de paz, centrales de trabajadores, y otros tantos sujetos subalternizados: mujeres, homosexuales, indígenas. Todo esto es gobernar, gobernar con la gente, a través de los mecanismos de participación popular de nuestra democracia, conversando y escuchando.

No sobran las respuestas irracionales de quienes esperan que las soluciones por las vías de hecho populares arrojen frutos al margen de los caminos legal e institucionalmente establecidos. Algunos de aquellos que prefieren no sentarse a conversar, en otro tiempo abogaban por que el gobierno y los actores armados insurgentes no se pararan de la mesa aun conociendo que las agresiones que se proferían unos a otros, tanto insurgentes como la fuerza pública. Los manifestantes descontentos deberían retener algún aprendizaje de aquellas sentencias que muchos de ellos antes pronunciaban. Si quieren protestar pacíficamente aun conociendo que muchos de los argumentos que sostienen la protesta son falaces, están en pleno ejercicio de su derecho constitucional.  Pero deberían ver las intenciones del presidente Duque de gobernar con el pueblo duro y puro y directamente con él, con la sociedad civil, sus instituciones, sus sujetos, sus actores.

CUT, atienda las necesidades de diálogo y estudiantes, no se paren de la mesa. Pueden hacer como antes: dialogar y al mismo sostener una protesta respetuosa de los derechos de los demás y sin violencia. No se trata de entorpecer el desarrollo esperando las mágicas soluciones idealizadas de las vía de hecho, se trata de buscar la solución entre todos.

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