De los hombres buenos y sus impasses
Por: Benedicto Truman
Valdría la pena recordar el refrán bíblico “quien esté libre de pecados que tire la primera piedra”. Al parecer la ética de los hombres contemporáneos está acostumbrada a acusar vehementemente y en público todos aquellos asuntos generales que atañen los intereses de la sociedad y las comunidades, olvidándose que con las prácticas cotidianas de la vida íntima y personal es más fácil conocer el talante y los valores ético políticos de las personas. Resulta extremadamente fácil adoptar un sinnúmero de tácticas para aparecer tal como no se es. La imagen, tan valorada por los teóricos y ejecutivos del management, puede ser fácilmente adecuada y reconducida para que aparezca lo que los intereses de quienes la construyen, desean y planean.
Quiero reflexionar sobre la importancia de valorar, más que las imágenes fugaces que serpentean con carácter de instantaneidad por los massmedia y las redes sociales en internet, la trayectoria personal, el recorrido íntimo que cada ser humano hace en su andar, mientras vive. Creo firmemente, exceptuando las salvedades a que haya lugar y confiado de que “no hay santo sin pasado, ni pecador sin futuro”, resulta altamente más fiable, confiarse de las acciones cometidas en todo el camino de una vida que prestarle atención al último chisme de los medios de comunicación. Con ello no estoy apuntando a que nos hagamos los de la vista gorda a las denuncias que escandalizan realizadas desde la opinión pública, sino a que nos detengamos a valorar el contenido de las informaciones tomando en cuenta el contexto en que se producen y la trayectoria de vida de a quienes se refieren éstas.
Nuestra época está caracterizada por una peculiaridad nunca antes vista en estadios anteriores: la velocidad con que los mensajes penetran la conciencia de las personas e influyen en la percepción y en los comportamientos y decisiones de los seres humanos. Por suerte el contenido de esta conciencia es tan fugaz tanto como nuevas informaciones aparecen para hacernos cambiar de opinión, por eso mi recomendación anterior párrafo arriba.
Hombres y mujeres que han dedicado una vida a construir su dignidad desde actos y compromisos públicos, constantemente se ven atacados por informaciones de este tipo. Ven machados sus nombres y reputación con el escándalo de última hora y a nadie parece importarle el pasado que les precede ni el nombre que han construido, todo puesto sobre el tapete por el postrero escándalo espectacular de la política massmediática.
Es lo que recientemente le ha sucedido al actual candidato a la gobernación por el Huila, Carlos Ramiro Chávarro Cuéllar, víctima de señalamientos espectacularizantes por parte de sus contradictores políticos que aprovechan cualquier oportunidad para mancillar el buen nombre y la carrera política que con tanto esfuerzo ha construido. Al parecer mientras cumplía con deberes cívico-políticos que demandaban su presencia en un acto a propósito de las políticas públicas y libertad religiosa, parece habérsele pasado que éste acto era patrocinado por la gobernación y habiendo cometido una indiscreción promocionó en redes sociales no tanto su nombre, como la importancia de dicho acto.
Debemos recordar que Chávarro ha construido una carrera impecable desde el conservatismo, habiendo sido promotor y ponente de proyectos de ley que exaltan lo patriótico, como homenajes a próceres y aquellos que encumbran los valores culturales de los colombianos. También ha sido promotor de importantes proyectos para batallar contra la corrupción como aquel que demanda que en la página del Congreso de la República esté depositada información de los congresistas, con sus respectivas declaraciones de renta.
Así pues no debemos fiarnos de las tretas políticas de aquellos empeñados en desarrollar una política del escándalo como mejor ponernos en la tarea de prestar la suficiente atención a la vida, la dignidad y la trayectoria de aquellos que son acusados por intereses amañados y propósitos manipulados.