El fuego amigo de Duque

Una vez se produjo el triunfo de Iván Duque Márquez como nuevo presidente de Colombia comenzó a hacerse notorio un problema que hasta ese momento pasaba casi desapercibido. Se trata de una de los principales encrucijadas que ha tenido que enfrentar el presidente electo, la de las contradicciones en el seno de su propio equipo.

El tema radica en que no sólo la oposición Petrista demerita las calidades del presidente. No sólo los anti uribistas descalifican al que dijo Uribe, sino que desde las mismas huestes del uribisno y las toldas del Centro Democrático salen dardos disparados por quienes miran a Duque por encima del hombro y lo subestiman hasta el punto que han llegado a decirle en su cara que él no sería nada si no fuera por Uribe y que no se creyera el cuento ya que su labor se debía limitar a obedecer al jefe.

Incluso desde antes de que la suerte lo acompañara y resultara elegido tanto en la consulta interna como en la interpartidista, ya existían detractores, que casi siempre lanzaban sus diatribas desde la ultraderecha en las que calificaban a Duque de tibio y hasta de mamerto. Pero una vez elegido, y tuvo que derrotar a pesos pesados y vacas sagradas dentro del uribisno como a la aguerrida Paloma Valencia y a los ortodoxos Rafael Nieto Loaiza o Alejandro Ordóñez, las puyas se agudizaron, ya que no todos pudieron tragarse el sapo de que el más joven, el menos entrompador y el más atemperado fuera el escogido.

Se llegó a tal tirantez que en determinado momento se hizo necesaria la intervención del expresidente Alvaro Uribe Vélez para que algunos falangistas del trapo azul le bajaran el tono a sus descalificaciones contra “el pollo”, como socarronamente comenzaron a llamarlo después de que Germán Vargas Lleras tratara de ridiculizarlo con ese mote por su aparente inexperiencia.

Curiosamente Duque ha tomado esta inesperada agresividad con mucho tacto. Inclusive cercanos al presidente aseguran que él los comprende porque a veces la gente piensa que los kilómetros recorridos son los que dan los méritos y que otros creen que ser más papistas que el papa es lo que genera mayor simpatía popular. Y como no hay cuña que más apriete que la del mismo palo hay quienes sostienen que las frases recientes de Alicia Arango, quien se ufana de ser la única uribista triple A, en el sentido de que le presidente es Duque pero el jefe es Uribe, es una forma de recordarle al nuevo presidente que él no se manda sólo.

El hecho es que los rifirrafes al interior de lo que ha sido el equipo de campaña no han desaparecido y al contrario parecen agudizarse ahora en los escenarios de empalme. Las pujas burocráticas que tienen nombres archiconocidos en ese ámbito como Fabio Valencia Cossio y las disputas de protagonismo en las que se destacan nombres como los de María Fernanda Cabal y la jefe de prensa Glorisa Ramírez no han dejado de ser el pan de cada día.

 

Lo cierto es que esto apenas comienza y se pondrá más caliente en la medida en que Duque empiece a nombrar su gabinete y sus colaboradores más cercanos. Como cada uno de los cacaos del uribisno tiene su propio gabinete en la mente, habrá que alquilar balcón por qué lo que se avecina no tiene nada que envidiarle a las intrigas palaciegas de la épocas del turbayismo.

Colaboradores cercanos al nuevo presidente aseguran que Duque es consciente de estas intrigas y que les dará manejo sin hacer concesiones politiqueras ni sacrificando sus propósitos de buen gobierno. Particularmente no está muy de acuerdo con el manejo que le ha dado la directiva del partido Nubia Estela Martínez a sus ínfulas de poder ni con las pretensiones de Ramiro Valencia Cossio de perpetuarse en la Federación de ciclismo.

Por Andy Moreno

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